domingo, septiembre 10, 2006

Doctor Pavor

Constatando que en mi centro de salud no hay una enfermera caritativa dispuesta a sacarme un taponcillo de cera sin tener que pasar por tres trámites más y cuatro meses de espera, dirijo mis sordas pisadas hacia un centro privado.

El anuncio de que voy a dejarme la tela, pues no pertenezco a ninguna sociedad, me abre de inmediato todas las puertas, donde aparecen médicos con jeringas de agua en mano dispuestos a hacerme pasar un buen rato. Sin embargo, el otorrino al que me remiten tiene su puerta cerrada. Una enfermera sonriente y algo asustada ( luego constato que realmente lo está) me invita a pasar.

Frente a mi, un medico gigantesco dibuja con lápices Alpino. Sin levantar la cabeza me pregunta que me pasa. Luce un cráneo el rapado y una perilla fumanchú. Ni mi historial ni mi nombre le importan.
Suspira al levantarse y sin dejarme acabar, me lleva de la oreja a la silla metálica de barbero. Es entonces, cuando sin ni siquiera echar una miradita al interior de mis encantadores pabellones, coge una jeringa enorme, pequeña en sus manos de gigante, y un recipiente para residuos radiactivos amarillo y sucio que sujeto de un asa bajo mi oreja cual caperucita.

¡ Oh my God!, ¡ Sabía yo que mi lengua es a veces venenosa, y mi saliva mortal, pero había despreciado la potencialidad contaminante de mi cerumen! .

El Goliat leonardino, quizá deseoso de acabar el dibujo, me endilga un chorro con tal potencia y saña que mi conducto, incapaz de asimilar tamaño sunami, rezuma convirtiéndome en Miss Camiseta Mojada Madura.

La enfermera atribulada y atenta a mis expresiones de puro pánico con cada embiste hidraúlico musita “cuidado, cuidado”, con voz temblorosa.
Rodeada de mis propios residuos radiactivos, involuntariamente erótica, e intentando seguir mostrando mis cuarenta y tantas piezas dentales en modo sonrisa, le sugiero que aplique otro chorrito al oído izquierdo, donde repite un ritual de medicina precolombina similar.

Presa de entusiasmo tras la recuperación de uno de mis sentidos, bramo loas de agradecimiento infinito. Goliat alza tanto las comisuras que se juntan con los pliegues de sus ojos de chino.
-“Ojalá todas las enfermedades se curaran así, ¿ Verdad?”-me espeta activando incluso la función conativa del lenguaje, en un ataque de amabilidad afterhours. “¡Que llegara uno con los ojos mal y ¡ zaca!, se cure así de fácil” . Es en este momento cuando el galeno pintor y ahora histrión, se pone bizquear y desbizquear representando el resultado de alguna terapia similar a la del cerumen aplicada a la vista.

Echo un vistazo a su hoja de dibujos y las siluetas delicadamente entrelazadas me parecen estupendas. Me mira mirando y ahora de verdad me ve . Su expresión es la de alguien casi normal. Parecería que incluso espera un comentario o una respuesta.

Y, la verdad, comprendo que prefiera los lápices a las ceras.

15 comentarios:

Tarta de Pastrana dijo...

Uy, pues no me pasó a mí hace poco algo MUY parecido!! No fue con un otorrino experimentado y con un pie en Miami, sino con un médico generalista de no más de 26, tez abrasada por el lorenzo ibicenco y unas pupilas que pedían a gritos un colirio especialmente potente. Entré totalmente a-c-a-b-a-d-o en la narcosala del polígano y salí a lo Ginger Rogers. Ojalá todas las enfermedades se curaran asín, le dije al doctor. Vuelve mañana, ganapán, me espetó, respetuoso y con un sonrisa cómplice en la que eché en falta al menos media docena de dientes.

Toxcatl dijo...

buff, da miedo eso que cuentas...

¿sabes qeu existen unos conos de herbolario que te hacen la misma funcion y no te mojas???

Anónimo dijo...

Desde entoncs, de vez en cuando aparece entre sus dibujos Miss Camiseta Mojada

Eulalia dijo...

¡Joé, Marga!
¡Qué delicadamente eres capaz de contar semejante guarrería!
Un beso.

CGI MANAGEMENT dijo...

Qué valiente, Marga. A lo mejor recicla los residuos y hace una vela, como Shrek...

Xurri dijo...

Aterran esos jeringotes, verdad?

Desde luego que debe preferir los lápices, y desde ahora probablemente tú también.

Gonzalo Villar Bordones dijo...

los lápices a las ceras. eres muy pícara.

cada 6 meses suelo hacer el mismo trámite.

Roxi dijo...

Guauuuu!!!
Creo que yo también prefiero los lápices, terriblemente pavoroso el doctorcito.
Al leer el relato e imaginar al doctor pavor experimenté un temor que seguro también me hizo poner una cara involuntariamente erótica.
Esto de involuntariamente rótica te quedó estupendo y mehizo eír mucho. Aunque si lo pensamos bien mucho del erotismo real es bastante involuntario, o al menos inesperado, y en eso reside su gracia en la sorpresa.
Un abrazo!

Lila Ortega dijo...

gore, gore! Santiago Segura mataría por una escena como esta. Almodovar también, que tal si la subastas?

Anónimo dijo...

Impresionante Marga.
No sabescribir espanol,mas italiano.Your pictures and palabras are hermosa.
Yo tambien soy Taurus (zodiacal).
T.Bourat de Campoamor

Diego dijo...

[Aún admitiendo que la titular de este blog me tiene ojeriza, porque ni refiere ni comenta las cáscaras de plátano que voy dejando por su Cajón, no puedo resistirme a hacer un comentario]

Marga F. Rosende dijo...

Sr. D, vuestra cáscara me hace resbalar, nunca me resbala.
Comento menos pues este es lugar pa que se expresen vuesas mercedes, más que yo que había comido lengua lately. Sumado al hecho de que estoy más liada que la pata de un romano con mi laburo.
Pdt: La provocación funciona ainss.

Saludos para todos.

trako dijo...

k feo... yo y los doctores nomas no... aunque a veces si es necesario. Te cuento como va lo de creatividad, no me siento mas creativo, pero si lo encuentro relajante jeje :)

Hacker Ético dijo...

Lo de preferir los lápices a las ceras es francamente buenísimo. Y ver el lado erótico al chorreo de cera también resulta estimulante.
Besos

Fernando Hurtado dijo...

que mello...