jueves, junio 29, 2006

Maricones
Mi gimnasio tiene goteras y fotos de gente sudorosa con calentadores de los ochenta versión original pre-Madonna. El lugar donde me engaño cada día pensando que lucho contra el paso del tiempo a golpe de pedal es cutrecito. Pero los turgentes cuerpos- masculinos- no -disponibles que deambulan entre instrumentos de tortura no lo son.
El día del orgullo gay está cerca. Y Chueca también. Una servidora ya se había dado cuenta del agradable afloramiento de biceps y triceps por la Gran Vía. No quiero trivializar mi post con estas imágenes tópicas del mundo queer. Además de estar más buenos que el resto de los mortales, un gay tiene un expediente académico por lo general mucho más brillante que un hetero. No, no voy a hablar que la mayoría de los artistas que en el mundo han sido entienden.
Hasta hace muy poquito las escasísimas parejas gay que se veían de la mano caminaban crispados, muy erguidos, como si se fueran a partir la cara con alguien. Normal, hay que tener un par para enfrentarse a las miraditas de soslayo y las risitas disimuladas. Ahora los veo caminar tranquilos, las manos suavemente enlazadas hablando o peleando, relajados.

Sin embargo, pese a los avances, el cambio es lento. Esta mañana oí un comentario de uno de los entrenadores del gimnasio al que me refería al comienzo: “Se ha llenado la Gran Vía de maricones”. Por un momento, pensé que igual que yo lo había oído lo habrían escuchado los demás. Creí que las máquinas de musculación y las cintas de caminar se pararían al unísono y todos “los maricones” se girarían, haciéndose un silencio insoportable. No fue así. De todas formas, el comentario del trainer me recuerda a cuando a las amas de casas las llaman marujas. En realidad no les importa que lo sean, es solo una forma de referirse a ellas.
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miércoles, junio 28, 2006

Titulares

La realidad es promíscua suministrando materiales para escribir. Buscando la inspiración que no llega, tecleo y borro en mi portátil con la tele sin sonido. Levanto por un momento la cabeza. Un señor con expresión abatida habla a cámara en un rutinario plano medio. No sé que dice, pero, aunque no hay brillo en sus ojos, parece evidente que está vivo. Hago esta aclaración porque abajo, sobreimpresionado casi a la altura de su corazón, un titular nos lo presenta: “Padre ecuatoriano asesinado”. Si, ya se que los titulares periodísticos han de ser breves, pero han matado a su hijo. Aunque sea en honor a su dolor, permitámonos una licencia, incluyamos un “del” en el rótulo, no lo matemos a él también.
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martes, junio 27, 2006


Misterios insondables

Durante años trabajé para las multinacionales como creativa publicitaria. Conozco las triquiñuelas para hacer que un producto ejerza una irresistible atracción sobre la gente, pero confieso que hay cosas que se me escapan. Por qué triunfan ciertas cosas es realmente un misterio más allá de las estrategias de marketing. El misterio de que un señor calvo y con un piercing horrible que nos enseña a ligar salga en el telediario en prime time. Los psicólogos cognitivos llevaban mucho tiempo dando la vara con el tema de las habilidades sociales, que al final son técnicas de caza y captura, pero es el del piercing el que sale en la tele.
El método Pilates. Es estupendo, doy fe de ello. Mi cuerpo, totalmente liberado de dolores cervicales se ha espigado como el de una bailarina. Pero ¿por qué todo el mundo habla de él? ¿Por qué hay lista de espera en los gimnasios?. Me llama la atención el parecido de Pilates con Pilatos, Poncio por más señas. ¿Serán las resonancias judeocristianas del nombre las que nos hacen imprescindible estirarnos, contorsionarnos e incluso sentarnos sobre una pelota en cuclillas?.
Hay nombres que parecen estar tocados por la gracia. Sara Baras. Nombre redondo, perfecto, susurrante y contundente como el taconeo de la susodicha. También hace falta bailar bien, claro.
En los años cincuenta las estrellas de cine tenían nombre y apellidos que en total sumaban cuatro sílabas. Greta Garbo, Gary Cooper. Eran nombres construidos para ser recordados incluso antes de ser pronunciados. Hay gente con facciones de canon griego que no enamora a la cámara y estupendos productos, con excelentes puntuaciones previas a su lanzamiento de mercado y que el cliente retira por que nadie los quiere.
Que maravilla, algo escapa a la lógica. Algo intangible ,a lo que no se puede meter el bisturí ,sale corriendo descolocando la previsión del los planes de marketing.
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Tarjetas de crédito
Escucho en las noticias que ladronzuelos informáticos duplican nuestras tarjetas en el cajero y se dedican a gastar nuestros ahorritos.
La noticia me inquieta. Pero lo peor es el hecho de que ese rectangulito contiene nuestra vida. Me temo que nos roben también el alma al copiar la tarjeta.
Seguir los rastros de nuestra Visa es reconstruir nuestra propia vida tallada a golpe de dinero. Cada paso que damos deja un rastro informático. La ropa interior que compramos cuando nos enamoramos, la habitación de hotel que alquilamos, la gasolina para ese viaje tan romántico a San Sebastián, los trapicheos de fin de mes. El extracto de una tarjeta de crédito es un mapa, un itinerario de nuestra vida. Permite intuir estrecheces, presentir complejos (ese cargo tan puntual del gimnasio en primavera), predecir comportamientos. Denme más crédito de vida y por favor, no me la dupliquen.
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lunes, junio 26, 2006

Beckcham pota

Plegado sobre sí mismo, Beckham echa la raba sobre el césped en mitad de un partido. Literalmente, frente a millones de personas. El proceso incluye introducción de dedos, convulsión y babeo previos. Conclusión: Beckham no solo tiene intestinos, sino que se le indigestan las cosas como a cualquiera. Es más: el vómito de B. es como el de usted o como el mío, amarillento, y en el caso de B. más bien escaso. El glamour no protege de los cortes de digestión, si bien he de decir que Beckham vomita con estilo, y no se pone pálido, ni se sujeta la frente, como nos hacían nuestras madres.
Aunque, por un momento pensé que iba a potar un logotipo.
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sábado, junio 24, 2006

Me gusta
Me gusta abrir la puerta justo cuando alguién está a punto de llamar al timbre. La suavidad de las sábanas despues del baño. El olor de las iglesias. Una taza de porcelana fina para tomar café. La forma en que mi gato se rasca la cabeza contra la tapa del libro que leo. Empezar un cuaderno. Algunos nombres propios de los identificadores de llamadas telefónicos. Borrar algunos nombres propios de los identificadores de llamadas telefónicos. La distancia entre el ombligo y el comienzo del pantalón.
Me gusta la forma en que me saluda el bibliotecario manco. Tocar el piano a cuatro manos con alguien que me agrade El momento en que las manos se rozan un poco por culpa de la partitura. El gesto de sacar una moneda del fondo del bolsillo delantero de un pantalón vaquero. Un alto de camisas recien planchadas. Tachar los días en el calendario con un aspa. Coger un CD por el agujero. La palabra anacrusa. La palabra aneurisma. Los cuadros de Mark Rothko. Los cuadros del tío Esteban Vicente. Las dieciseis vocales francesas.
Me gusta un músico del metro que llama damitas a las señoras y sigue tocando después de haber recogido el dinero. Caminar a oscuras por el pasillo. El aceite de oliva frio que ponía mi abuela sobre mi piel achicharrada.
No me gusta
Los packs indivisibles de cuatro yogures. La gente que subraya con regla. Las páginas arrancadas de los libros de la biblioteca. El pitido del lector óptico de las tiendas. Los escrementos mojados en la acera. Una barra húmeda en el metro. La clónica amabilidad corporativa.
Los restos de crema amarillentos alrededor de la tapa de la crema hidratante. Las casas con muebles comprados en una sola tarde. Los libros forrados. El tipo de libro que suele leer la gente en el metro. Tener que adaptar el vestuario para una entrevista laboral. Las empresas que llaman socios a sus vendedores. Las empresas que llaman ejecutivos de cuentas a sus vendedores.Pelos en la esponja. El "tarjeta tiene" de las cajeras del Día. La voz que anuncia las paradas de metro. El gotear de una cisterna. El café tibio. Las cajeras que te dejan a deber un céntimo y no te lo perdonan cuando te falta. Los arreglos musicales de Luis Cobos. Los granos que no cicatrizan. Una gota de sudor que te cae en la cara al hacer el amor. Los ya te llamaré. Las peleas en la calle en el fin de semana. El olor de los cajones de las casas de playa alquiladas.Los hombres que se sientan con las piernas demasiado abiertas. Las partituras facilitadas.
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En la catedral

Ayer he vuelto a la catedral. Los turistas entraban en fila y luego se juntaban en grupos compactos y silenciosos. Sus cabezas seguían el índice cansado del guía que frente a ellos desgranaba datos históricos o truculentos.
En los bancos la fe y el aburrimiento se distribuían equitativamente en filas. Algunos presentaban calvas que aumentaban hacia el fondo, donde casi a oscuras había un joven. Había llegado tarde, y estaba de pie con las manos cruzadas delante como si fuera a parar un penalti. Estas personas retrasadas, ni se sentaban ni se arrodillaban, en contraste con las viejas de las primeras filas, cuyo centro de gravedad alternaba con tenacidad de las rodillas al culo.
Yo, por mi parte, sentado junto al pasillo, pude constatar que la única vía de acceso a Dios seguía siendo directa y me quedé un buen rato basculando mi cabeza entre dos posiciones básicas, a saber, hacia arriba, donde podía sentir todo el peso vacío de aquel constructo diseñado para hacer sentir a uno gusano, y hacia abajo donde, mas modestamente, mis zapatos me reclamaban una mano de betún.
De repente me di cuenta que estaba solo. Me levanté despacio. Al salir contemplé con estupor que los atriles de hierro forjado y las pequeñas velas que solías encender habían sido sustituidas por dos artefactos de metacrilato, con 6 hileras de 10 velas-bombilla accionadas por una moneda de 25 pesetas. Se sugería también que dicho donativo podía incrementarse, supongo que hasta el límite marcado por el tamaño de la ranura que parecía de una moneda de 500.
Imaginé el pedido. La retirada de los antiguos atriles y los restos consumidos de las velas metidas en una bolsa. Pensé también en la contrata, en la factura, en el cheque. En el camión repartiendo los atriles de velas eléctricas y al sacristán reponiendo las que se fundían.
Pensé después, o a la vez, no sé en ti, sin más vestimenta que una larga ristra de bombillas blancas de navidad no intermitentes rodeando tu cuerpo. Enchufada a la pared con los ojos muy abiertos y a punto de soltar una carcajada. Pensé también, no sé si a la vez, o después en el tubo de neón que zumba en nuestra cocina desde hace meses. Tubo que parece relucir con toda su fuerza cada vez que me subo a la escalera y empiezo a desenroscarlo mientras me tiendes uno nuevo desde abajo. Ese neón que nos hace verdes mientras cenamos una tortilla fría.
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El suicidio: Ultimas Tendencias

La finalización voluntaria de la existencia participa de esa necesidad tan actual de originalidad y personalización

Por Rose Ende
Ilustración Rose Ende

La impersonal ingesta de fármacos, o el desagradable arrojamiento del cuerpo a vías de tren, patios o calles, se han quedado sin adeptos. La extinción del preciado don de la vida está adquiriendo con gran rapidez una dimensión muy creativa.

Fridimann, eminente semiólogo, propone el término Conclusión Vital para el acto. Denominación que destaca su carácter voluntario, no exento de vitalidad y energía.

Empresarios avispados han encontrado un filón en esta necesidad y ya son varias las empresas que se dedican a diseñar rituales de Conclusión vital para cada cliente. Cubriendo esta necesidad en alza destaca la empresa de capital anglocanadiense Wayout.

Esta corporación puntera analiza con minuciosidad el estilo de vida de sus clientes diseñando toda la escenografía del acto hasta el último detalle. Los creativos de Wayout consiguen que el desarrollo programado de la Conclusión Vital esté totalmente de acuerdo con el estilo de vida del solicitante.

Entre las imaginativas propuestas de Wayout destaca por su éxito el ritual denominado acertadamente "La gamba rusa". (Continuara….)
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Menos es más

Llega el verano. Una mujer empieza a desear ser menos. Menos blanca, menos gorda, menos blanda. Abultar menos, ocupar menos. Empieza a leer más, a escuchar más. Para saber como tener menos. Menos grasa, menos celulitis, menos sebo. Empieza a hacer mucho más. Mucho mas ejercicio, mucha más dieta.
Los gimnasios en verano se llenan de gente más gorda que los demás, menos tonificada que los demás. Desean ser menos muy rápido. Pedalean más, sudan más, descansan menos, respiran más. Más colorados, más sudorosos, más cansados. La mujer pedalea en una bicicleta estática para llegar rápido a tener menos. Con cada golpe de pedal se acerca más a tener menos. El verano. La mujer gasta más para poder tener menos. Menos sebo, menos grasa. La mujer gasta más para poder tener más. Más amor, más miradas, más deseo. La mujer quiere ser menos para poder ser más.


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viernes, junio 23, 2006

La columna del profesor Habermass
La labor espiritual de un Ayuntamiento europeo

Ha llegado a nuestros oídos la noticia de que el Ayuntamiento de una ciudad europea a la que por prudencia este cronista escatima el nombre, está desarrollando una labor de corte espiritual digna de encomio. Consciente de lo improductivo que resulta para el ser humano ser presa de acrisoladas rutinas, dicho ayuntamiento, probablemente asesorado por eminentes representantes del mundo de la cultura, lleva a cabo una cruzada urbana sin precedentes.
Es sabido que, desde hace unos años, las aceras de esta bella ciudad aparecen agujereadas por numerosas obras que tienen por objetivo ensanchar aceras o ampliar andenes de metro. No obstante, a pesar de la apariencia meramente funcional de tales acciones, nos consta que, según fuentes fidedignas, el objetivo de tales tareas no es otro que el de apartar al ciudadano de su camino con el fin de apartarle de sus rutinas y expandir así su conciencia.
Todo este caos no exento de ruido, y si se me permite el juego de palabras, de furia, obedece sin embargo a un plan de corte humanista, no exento de las enriquecedoras influencias de las culturas orientales a las que nuestra civilización se muestra tan receptiva. En consonancia con esta filosofía, si el viandante está acostumbrado a caminar recto hacia su trabajo, el deber de las autoridades es contrariarle suavemente, acostumbrarle a caminar por lodazales, arena, piedrecillas.
Si el viandante estaba acostumbrado a llegar a su boca de metro en diez minutos, las autoridades le hacen consciente de la necesidad de levantarse media hora antes para que a la vez que puede ser testigo del inefable espectáculo que supone el amanecer de un nuevo día , pueda llegar a la última boca de metro que queda aún sin reparar y que se encuentra a 1000 metros de su domicilio.
Con la misma intención pedagógica se provoca que, si el viandante estaba acostumbrado a ir a hacer la compra caminando por una gran vía, se le conciencia de lo estimulante que es hacerlo atravesando el parque. De esta manera al variar por sistema la ruta se incrementan las posibilidades de nuevos hallazgos en el camino.
Felicitamos desde nuestra modesta tribuna a dicho Ayuntamiento por tomar medidas que, aunque a primera vista puedan parecer impopulares, tienen como objetivo último el crecimiento espiritual de los habitantes de la ciudad.


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miércoles, junio 21, 2006

La revolución de los profesionales del entusiasmo (Continuación)

El trabajo de investigación llevado a cabo por el departamento forense de Policía de Saint Tropez es extraordinario. Este departamento, dedicado a estudiar miles de dentaduras de individuos de diferentes nacionalidades, ha creado una tipología de la mordida. El forense destaca lo particularmente desagradable que resulta la dentellada alemana, debido a sus piezas muy cuadradas y pequeñas que producen una sensación muy molesta. La dentellada húngara es también muy insidiosa, por la presencia de dos caninos muy afilados, si bien es leve en la zona de los incisivos, por ser estos romos.
Como contrapartida a esta enfermedad de los empleados, se han detectado también algunos casos de reacciones alérgicas a la amabilidad corporativa (SSAA, Síndrome de sensibilización a la amabilidad corporativa) en los clientes, si bien, hasta la fecha, se trata de casos aislados.
Según los enfermos, esta patología se presenta precedida de cierta sensación de picor seguida de una inquietud tal que el afectado no puede reprimir el impulso de tirarse al cuello del empleado cuando este le desea un buen día tras comentarle la imposibilidad de hacer efectiva la baja de Internet comunicada por todos los medios por el cliente, incluyendo fax.
Conscientes de la magnitud del problema, el departamento de policía de Toronto ha tenido la iniciativa de infiltrar agentes topo en algunas corporaciones afectadas. Por desgracia, esta práctica ha debido ser abortada. Según fuentes próximas, los agentes desarrollan una variante de la enfermedad particularmente virulenta, extremo que las autoridades se han apresurado a desmentir.
Un sector progresivamente afectado es el de los teleoperadores. Algunos de ellos reciben la llamada con un espeluznante sonido gutural precedido por una música de espera elegida por ellos que oscila entre la marcha funebre y las Walkirias según casos y nacionalidades. Afortunadamente, al ser un contacto telefónico, no pueden morder.
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La revolución de los profesionales del entusiasmo (Continuación)

Al parecer, el fenómeno se ha extendido de abajo a arriba desde los estratos profesionales más modestos. El primer caso se registra en el corazón comercial de la City londinense. El caso de U. M. Onansky, modélico empleado bielorruso de una tienda de telefonía en Oxford Street. El señor Onansky mordió la mano de una anciana mientras esta se disponía a recoger el cambio.
Los síntomas de la enfermedad aparecen de forma solapada en un principio. Losa afectados describen una cierta tensión en las comisuras y cierta dificultad para sonreir. Poco a poco, la rigidez aumenta impidiendo mostrar la dentadura bajo ninguna circunstancia. De aquí a mostrarla exclusivamente para asestar una dentellada hay solo un paso.
El eminente odontólogo J. P. Trader nos relata su experiencia con un afectado:
“ El paciente A. T. Pogonius acudió a mi consulta sin su dentadura postiza. Ïbamos a tomarle medidas para hacerle una nueva protesis. Cuando la enfermera le pidió que abriera la boca para aplicarle el molde con la masilla obtuvo como respuesta un gruñido, y ni con la ayuda de todo mi equipo, una palanca y la colaboración de un paciente, conseguimos que separara las mandíbulas.”
Este testimonio nos lleva a otra conclusión interesante: al parecer la enfermedad no tiene que ver con ninguna fobia o dificultad referida a la circunstancia literal de mostrar los dientes, teniendo en cuenta que, por desgracia, el señor Pogonius carecía de ellos.
(Continuará)
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La revolución de los profesionales del entusiamo
Un inquietante fenómeno se esta produciendo en las principales capitales mundiales. Como víctimas de una versión moderna del Doctor Hyde, numerosas personas están siendo atacadas, y mas exactamente, mordidas, por individuos cuya única característica en común es llevar en la solapa una tarjeta de identificación de su empresa.
Las acciones de este grupo de elementos, no conexionados hasta la fecha, empieza a ser conocido con el nombre de Have a bad day Team, o Grupo que tenga un mal día, se han extendido como un reguero de pólvora, hablándose ya de la globalización del mordisco.
Pero ¿Cómo ha surgido este fenómeno?. ¿Cuáles son las claves para comprender un comportamiento tan irracional?.
Una entrevista realizada a uno de los atacantes arroja cierta luz sobre el tema. Una víctima del SDC (Síndrome de dentellada compulsiva), que en la actualidad presenta una relativa mejoría de sus síntomas N. P. Polanca, arquitecto, que hasta hace pocos meses trabajaba en un restaurante de comida rápida, afirma:
“Cada mañana, sea cual fuera mi estado de ánimo, incluso si el día anterior me había encontrado a mi novia en la cama con otro, el manual corporativo, pegado a la parte interior de mi mostrador me recordaba con una tipografía cuerpo 45, que mi mejor sonrisa debía ser para el cliente.”
Para mayor alarma, este fenómeno que hasta hace poco tenía una repercusión limitada, pues los ataques se producían con cierta intimidad dentro de las tiendas, se está extendiendo a los profesionales de la TV, que, sin previo aviso, agreden al concursante en mitad del programa. Esta incidencia se ve agravada no solo por el hecho de que el desmán sea retransmitido en directo a varios millones de personas, sino también por la desgraciada circunstancia de que dichos presentadores suelen disfrutar de una excelente dentadura con fundas cuya mordedura puede ser particularmente vigorosa.

(Continuará)
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La revolución de los profesionales del entusiamo

Un inquietante fenómeno se esta produciendo en las principales capitales mundiales. Numerosas personas están siendo atacadas, y mas exactamente, mordidas, por individuos cuya única característica en común es llevar en la solapa una tarjeta de identificación de su empresa.
Las acciones de este grupo de elementos, no conexionados hasta la fecha, empieza a ser conocido con el nombre de Have a bad day Team, o Grupo que tenga un mal día, se han extendido como un reguero de pólvora, hablándose ya de la globalización del mordisco.
Pero ¿Cómo ha surgido este fenómeno?. ¿Cuáles son las claves para comprender un comportamiento tan irracional?.
Una entrevista realizada a uno de los atacantes arroja cierta luz sobre el tema. Una víctima del SDC (Síndrome de dentellada compulsiva), que en la actualidad presenta una relativa mejoría de sus síntomas N. P. Polanca, arquitecto, que hasta hace pocos meses trabajaba en un restaurante de comida rápida, afirma:
“Cada mañana, sea cual fuera mi estado de ánimo, incluso si el día anterior me había encontrado a mi novia en la cama con otro, el manual corporativo, pegado a la parte interior de mi mostrador me recordaba con una tipografía cuerpo 45, que mi mejor sonrisa debía ser para el cliente.”
Para mayor alarma, este fenómeno que hasta hace poco tenía una repercusión limitada, pues los ataques se producían con cierta intimidad dentro de las tiendas, se está extendiendo a los profesionales de la TV, que, sin previo aviso, agreden al concursante en mitad del programa. Esta incidencia se ve agravada no solo por el hecho de que el desmán sea retransmitido en directo a varios millones de personas, sino también por la desgraciada circunstancia de que dichos presentadores suelen disfrutar de una excelente dentadura con fundas cuya mordedura puede ser particularmente vigorosa.

(Continuará)
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Productos

Podrás estar triste, te podrá fallar todo en la vida, pero cada día, en un lugar del planeta, alguien con una bata blanca está pensando en ti. En los laboratorios de las multinacionales los científicos trabajan para darte lo que necesitas a un precio que puedas pagar. Coca cola siempre pondrá un refresco al alcance de tu deseo.
En sus despachos, los altos ejecutivos planean obsesivamente en como darte placer. Seas como seas, hay un producto pensado para ti. Tú importas, tienes un lugar en el mundo. Un espacio entre las ajetreadas neuronas de los altos ejecutivos, que como amantes aplicados, solo piensan en darte placer.
Agárrate a tu marca que los tiempos son duros, sujétate a tu Gucci aunque sea de imitación, que arrecia el viento. Diluye las iniciales de tu nombre en las de un logo, es tan calmante deshacer tu ser en un producto. Siente la vivencia de marca, tú perteneces. Fúndete en un abrazo lleno de glamour tipográfico.
En la soledad del domingo las parejas deambulan entre los lineales de los hipermercados sin parpadear. Rodeados de luces y colores, de productos puestos al alcance de los ojos y de las manos. Leer más...
Laxantes
Acudo a la Parafarmacia de ECI. Pido un laxante intentando no parecer una anoréxica postadolescente. Con un grácil movimiento de pestaña la señorita me pregunta si es mi primera vez. Un curriculum del estreñimiento. Le aclaro apresuradamente, que sí que sí, que esto solo me ha pasado alguna vez después de los partos, pero que le ahorro los detalles. Me augura algún problema del hígado. Me miro de refilón en un espejo. Mi maquillaje es en efecto, totalmente amarillo.
Lo de mencionar los hijos siempre de una imagen seria. Me pregunto que me dará para mi desvirgue intestinal. Mira mi pulsera de oro. Si es buena vendedora me endosará el OTC mas caro del lineal. Así es. Me conduce a un lugar donde los envases aparecen expuestos en un entorno de olorosa madera de boj. Si yo fuera un envase me gustaría estar aquí. Parece la máxima aspiración de un producto. Me confiesa compartir mis sufrimientos de forma crónica mientras exhibe con ambas manitas, a la altura de su terso rostro el producto que ella misma usa. Solamente 25 euros. La caja parece prometer no solo alivio, sino pasar ipso facto a una vida mejor. Una silueta femenina casi translúcida, con un halo blanquecino. Un entorno entre selvático y futurista con robustas hojas tropicales y gotitas retocadas con Photoshop. Imposible resistirse.
A 20 centímetros, una compañera ofrece un paliativo para la caspa que usa ella misma también con gran éxito, por el vigor con el que sacude una larga melena negra. Tiene que ser nocivo para la salud fingir tantas enfermedades aunque sea en aras de una buena venta empático prescriptora.
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Invitada

Un amigo me pide que aloje en mi casa unos días a alguien que define como muy especial. Y tanto. Sólo come algas en un amplio abanico de colores y texturas que van del negro al verde. Su piel unicamente admite el contacto con prendas de algodón cien por cien, como en una perpetua primavera. Cada día pone las prendas en el cesto de la plancha con delicadeza oriental y una sonrisita que hace invisibles sus ojos.
Me paso el día entre las brumas de mi central de planchado- el sistema de vida zen da mucho trabajo y es caro. Como pago por mis bondades culinarias, pues la compra y pago de dichas viandas corre por mi cuenta, se ofrece a darme un masaje.
Tumbada en el suelo, la contemplación de las pelusas bajo mi cama me ofrece una nueva perspectiva de la necesidad urgente de una asistenta. Solo puedo definir el masaje como viril. Hunde sus fuertes dedos en los resquicios de mis pobres vértebras y luego me da pataditas en los flancos. Para acabar, el balanceo frenético con el que me obsequia hace que mis fluidos intestinales adquieran una dimensión casi burbujeante.
Minutos después mi cuerpo se ha transmutado, sin necesidad de reencarnación, en un acerico donde clava sus agujas de acupuntura con implacable insidia. Sentada sobre mi grupa, (y pesa, ¿como pueden cundir tanto las algas?) en la única zona que las agujas han dejado libre susurra: Tu pensal mucho, mientras me golpea el cráneo con un martillo acabado en un clavo romo que acaba de sacar de una bolsa de tela. Cabeza dula, dula. Asiento sintiéndome como un televisor con antena y rogándole a dios del signo que sea, que no sea capaz de leer mi pensamiento. El olor del incienso es tan fuerte, que creo que me esta empezando a provocar alucinaciones.
Mientras me extrae las agujas me augura futuros problemas de páncreas.
Después de esta experiencia límite me noto inquieta. Me sorprendo dando vueltas a la manzana y yendo a comprar yogures por tercera vez. Tengo miedo de volver a casa y que me haga otro ofrecimiento. Esta mañana me he encontrado un pequeño caracol en la ducha.
La oigo recitar sus mantras. Me voy a El Corte Inglés.
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