miércoles, junio 21, 2006

Laxantes
Acudo a la Parafarmacia de ECI. Pido un laxante intentando no parecer una anoréxica postadolescente. Con un grácil movimiento de pestaña la señorita me pregunta si es mi primera vez. Un curriculum del estreñimiento. Le aclaro apresuradamente, que sí que sí, que esto solo me ha pasado alguna vez después de los partos, pero que le ahorro los detalles. Me augura algún problema del hígado. Me miro de refilón en un espejo. Mi maquillaje es en efecto, totalmente amarillo.
Lo de mencionar los hijos siempre de una imagen seria. Me pregunto que me dará para mi desvirgue intestinal. Mira mi pulsera de oro. Si es buena vendedora me endosará el OTC mas caro del lineal. Así es. Me conduce a un lugar donde los envases aparecen expuestos en un entorno de olorosa madera de boj. Si yo fuera un envase me gustaría estar aquí. Parece la máxima aspiración de un producto. Me confiesa compartir mis sufrimientos de forma crónica mientras exhibe con ambas manitas, a la altura de su terso rostro el producto que ella misma usa. Solamente 25 euros. La caja parece prometer no solo alivio, sino pasar ipso facto a una vida mejor. Una silueta femenina casi translúcida, con un halo blanquecino. Un entorno entre selvático y futurista con robustas hojas tropicales y gotitas retocadas con Photoshop. Imposible resistirse.
A 20 centímetros, una compañera ofrece un paliativo para la caspa que usa ella misma también con gran éxito, por el vigor con el que sacude una larga melena negra. Tiene que ser nocivo para la salud fingir tantas enfermedades aunque sea en aras de una buena venta empático prescriptora.

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