viernes, noviembre 03, 2006

Fumadores

Me cuenta un amigo que en su colegio, allá por los sesenta, los profesores castigaban a los niños díscolos a salir al balcón.
El mozalbete que era visto por los viandantes en aquella ubicación un numero determinado de veces, se labraba una reputación de incorregible indeleble sin tener que recurrir a orejas de burro ni a palmetazos en los nudillos. La visibilidad no era, por aquel entonces, deseable.

Gracias a la ley antitabaco el interior de la empresa se ha hecho visible como quien le da la vuelta a un calcetín. En Pompeya, la lava del Vesubio petrificó a cada uno en lo que hacía en ese momento, dormir, comer, amar. La urgencia nicotínica congela en una misma pose al carnicero con entresijos aún colgando del delantal y al ejecutivo con el índice Nikei pendiendo del lóbulo. Fuman de perfil, silenciosos, con un ojo mirando al zapato y el otro ya puesto en la pantalla del ordenador o en la olla. Y siempre dentro de un círculo de colillas.
Cuantos secretos desvelados. El elegante maitre que me recibe en el restaurante hace horas extras como pinche durante la mañana. La doctora que me anima a que deje la bollería industrial se marca un cigarrazo apoyada en la farola con el fonendo por corbata.

12 comentarios:

Gonzalo Villar Bordones dijo...

La ilustración me mató. Me imaginé toda una historia, con Gheto y secretos como los de "En busca del tiempo perdido"

suri kata dijo...

Sólo nos falta el brazalete.
No sé cómo hemos consentido llegar a esto, qué pena damos, con lo que está lloviendo.

Tarta de Pastrana dijo...

Dejen el pucho de una puñetera vez y menos lamentos bolivianos, visiosillos...
Fumar ya no es cool ni para los simpáticos emigrantes de Eurasia.
Paquete de Kent a 10 euros ya!!

Roxi dijo...

Unidos y visibles por el vicio. no es tan terrible tampoco, a mi me parece bien, yo no tengo por qué tragarme el humo de mis compañeros que fuman. aunque considerando que la ciudad de Santiago vive sumergida en una nube de humo (smog) no veo que sirva de mucho, pero mentalmente me hace sentir mejor.
A veces salgo a "fumar" a pesar de que no fumo, por el puro gusto de salir y ver el pasto, las nubes y los pajaritos. Mientras algún compañero fuma, yo salgo de mi encierro. Soy como cómplice de los fumadores. Los veo a todos en su diversidad unificados por sus puchos.
Abrazo, Marga tan lindo que ilustras (con trazos y palabras)

Achab dijo...

Yo me quedo con una experiencia propia y laboral en Londres:

"Si queréis fumar salid a la calle y cruzad la acera para que no se piensen que trabajáis aquí."

Esther Hhhh dijo...

Como rebelde sin causa que soy, desde la prohibición, fumo más a menudo, tan sólo por llevar la contra... Y porque de vez en cuando hasta me gusta. Cuando estaba de moda fumar, entonces estaba en contra del tabaco. Creo que mi mayor vicio es llevarle la contra al mundo en general...
Marga, ¿tú crees que este vicio también matará?
besitossss

Eulalia dijo...

Si, mi niña: has detectado una nueva imagen ciudadana y nos la entregas en cuatro pinceladas deliciosas...
Un beso.

Diego dijo...

Maldita sea....Odio el tabaco. Lo odio con todas mis fuerzas.

Pero está tan bueno....

Xurri dijo...

La famosa visibility... está muy de moda eso de destacarse frente al montón.
Habría que buscarle una forma de rentabilizar el espacio visual y mental en el propio beneficio a eso de fumar en la calle: hay que aprovechar el share!!!

Alfredito dijo...

El prohibicionismo galopante, el control de nuestras vidas, el miedo por nuestra salud, la dedicación extrema a preservarnos de cualquier mal, la obsesión por la seguridad...un Estado que se obstina en regular-legislar sobre nuestra vida privada. ¿Por qué no se preocupan más de la "res publica": ¿y las viviendas a las que tenemos derecho? ¿y los trabajos dignos? ¿y los parques?...
Despotismo ilustrado de nuevo.

(Te enlazo, con tu permiso. Y gracias por visitarme)

Besitos

Garrapata dijo...

Espero, Alfredito, que la ley del tabaco no forme parte de lo que denominas "legislar sobre la vida privada". A veces, las leyes vienen a resolver problemas sociales. Porque si estamos esperando los no fumadores a que los fumadores nos respeten, la llevamos clara. A mi parecer, la ley del tabaco se quedó muy corta.

Anónimo dijo...

Creo que los fumadores han llegado a esto por su poco respeto para con los demás. Al final ha tenido que ser por ley que los demás podamos comer en un restaurante sin tener que comer un chuletón mientras olemos el tabaco del vecino. Por no hablar del lugar de trabajo, las playas llenas de colillas etc.

Prohibir no es lo mejor, pero a veces no queda más remedio.