domingo, noviembre 19, 2006

Angeles

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Mi tía Angeles quería ser operada de cataratas por su oftalmólogo y amigo de toda la vida.
Avisada por mi prima del estado de supermovilidad parkinsoniana de la mano del oficiante, ya septuagenario, se despachó con un rotundo: "aunque me deje ciega "y siguió tomándose su tecito tan ricamente.
Mi tía es mujer de grandes fidelidades que en más de una ocasión la han puesto al borde de la tumba. Este verano ingirió sin pestañear un flan de huevo y una tortilla que había estado expuesta al sol agostí y al asedio de las moscas de un patio toledano durante más de 12 horas. Tan solo se recompuso un poco el peinado pensando quizá en dejar una imagen lo más pulcra posible antes de engullir aquel festival de salmonella. "Es mi tata, ella hizo otras cosas por mí"- sentenció tenedor en mano a mi oido Aunque la fámula mas bien le había aligerado notablemente joyero y guardarropa. Pero mi tía hace que no se da cuenta.

Estos días Angeles recibe la visita de su hermana Carmen que desde hace cuarenta años vive en Nueva York. Creyendo que vivimos en el tercer mundo, cada año la trae un buen montón de revistas como para ponerla al día de diferentes aspectos del american way of life a todo color: de lo bien que se vive en América, que tienen lavadoras, comen cereales , llevan las gorras hacia atrás y esas cosas.
Preocupada por la actualización del atuendo de mi tía, porta maletas repletas de jerseys refulgentes de lentejuelas, y pantalones de tergal malva que despliega sobre la cama de Angeles que, como puede intenta compatibilizar semejantes delirios textiles con sus deliciosas faldas de franela que quedan totalmente desconcertadas en su armario.

Cada navidad mi tia sufre reformateados de su impecable maquillaje cuyos parpados se llenan de polvos azules espesisimos que Carmen aplica con diligencia .Nos la deja trasvestida en una especie de Cleopatra sin Richard Burton. Toda la casa es un despliegue de cajitas nacaradas, perfumes narcotizantes, borlas y apliques para el pelo en forma de espesos rodetes color caoba y moños de quita y pon.
Cada noviembre esta visita altera la tranquila existencia mi tía que transcurre entre pasear a su perrito y merendar tortitas con nata con sus amigas. Con la intención de que Ángeles no cocine y de paso hacerle sentir el poderío del dólar, Carmen provee de viandas a mi sufrida tía que apenas se atreve a salir del cuarto de estar.
La vuelta del Corte Ingles de Carmen es épica: dos bolsas estallantes de robustos habitantes del fondo del mar que sacuden sus colas y abren y cierran sus pinzas en un ultimo intento de vida ultramarina. Bogavantes, centollos, almejas, cigalas que dan sus ultimas bocanadas sobre la mesa ante el horror de mi Angeles a la que deja el papel de ejecutora del sacrificio.
Son cuarenta y cinco dias de vida marina donde no cabe ni un mal plato de lentejas y el acido úrico inicia sus propias marejadas con gran peligro para la integridad física de las ancianas. Cuando la visitamos nos da de estraperlo puñados de almejas, alguna cigala el corredor de la muerte, y algun centollo descuartizado, aprovechando algún descuido de Carmen.
Afortunadamente se va despues de las navidades dejando un rastro a perfume de violetas de Avon y algun Reader Digest olvidado.

13 comentarios:

Hacker Ético dijo...

Hay temperamentos que son lineales y unidireccionales, las ideas fijas campan así a sus anchas.
Me alegro mucho de verte de nuevo por el blogospacio.
Un beso.

Achab dijo...

Así entre nosotros, es una de las entradas más bonitas que he leído últimamene. creo que me caería bien tu tía.

Achab dijo...

Así entre nosotros, es una de las entradas más bonitas que he leído últimamene. creo que me caería bien tu tía.

Ignacio dijo...

Tu sabes que te visito y me gustan tus dibujos, pero mujer no te pongas triste, no siempre da pie a comentar

CGI MANAGEMENT dijo...

Me encanta la gamba en el ojo (a lo mejor es el ojo que tiene cataratas...)

Se te ha echado de menos :)

Esther Hhhh dijo...

Encantadora tu tía Angeles. Y tu tía Carmen, francamente, algo cargante. Pobre Angeles...
En fin, espero por su bien que no se opere de cataratas, y sobretodo, que estas navidades sean un poco más suaves para su estómago, jejee...
Besos margaa

Eulalia dijo...

La historia se vuelve del revés cuando un ecuatoriano - que fue durante unos años algo más que amigo - volvía a su país por Navidad con inefables gadgets del todo a cien madrileño y ropa que su familia lucía... en la percha.
Y cuando los españoles nos empeñamos en comer paella pongamos, por ejemplo, en un restaurante de Edimburgo (verídico).
Y es que, cariño, en el fondo somos unos sentimentales.

Tarta de Pastrana dijo...

Celebro la bizarría de su familia, casi tanto como maldigo la de la mía.

Roxi dijo...

Querida Marga, he estado bastante perdida y a ver si ahora me pongo al día. Como siempre es un placer leerte, inicaste una historia que resultó ser otra. Carmen como personaje para una novela está total, pero como ser humano para compartir la vida debe ser bien terrible, la tía ángeles de verdad que es un Ángle y sus padres le eligieron demasiado bien el nombre.
Un abrazo, grande, grande, y besos también

Toxcatl dijo...

Bufff, es de esas visitas que deseas qeu lleguen, pero cuando están, deseas que se marchen...

Garrapata dijo...

No me extraña que con tanto marisco, Carmen haya puesto (o lo vaya a hacer) a su hermana al borde de la tumba. Así que aprovecha, antes de que se acaben las visitas, que ya quisiera tener yo una tía de esas que me suministrara almejas y cigalas y centollos y cualquier otra fauna similar.

Xurri dijo...

Me encanta el post, genialmente escrito!
Se me ocurre que las sombras azules a porrillo no deben ser nada buenas para las cataratas...(que la deja travestida! jaja!)
Me ha gustado lo de indultar cigalas en el corredor de la muerte, pobrecillas.

Hans dijo...

Oh, qué grandeza en la entrada y en su familia de V., mi muy querida Marga...