miércoles, octubre 18, 2006

Tarde de cine


Estoy con mis sobrinos, entre los dos no suman siete años. Vienen de casa de su abuela paterna, con su madre. El plan es ir los tres al cine y dormir en mi casa. Mi hermana me entrega una mochila con ropa y subimos rápidos las escaleras, pues vamos justos de tiempo.


Al entregar las entradas en la puerta, mi sobrino me dice con una vocalización que para sí quisiera Placido Domingo:

-Tía, hoy no tenemos que comprar palomitas.

Los ojos del señor se abren de par en par. Aprieto la mano del infante con saña mientras sonrío. Demasiado tarde.

-¿ Me permite la bolsa?.
- Pijamas y mudas de niño.
-Tita, insiste el niño tirándome de la manga, hoy no tenemos que comprar pa…

Como un tocólogo que tanteara un bombo de embarazada, el empleado pasa la mano por la superficie. Algo cruje.

- Ábrala ,por favor.

Se acerca un individuo trajeado y un guardia para supervisar la operación. Como un coro griego, repiten cada frase del recolector de tickets.Estamos rodeados de gente que me mira como a Ma Baker.

El guardia toma el papel protagonista. Abre la mochila. En primer término, primorosamente dobladas, unas bragas, de blonda. De los ochenta como poco. Las dejé en casa de mi hermana la última vez que dormí allí. Lo peor no es que sean bragas, sino que son horribles. Aparta el culotte con dos deditos, bajo la ropa, una bolsa de palomitas. Enorme.

-Lo siento, dice chasqueando la lengua- pero nos las tenemos que quedar. No olvide pedírmelas a la salida.

En vano intento ablandarle. Nos conducen a un cuartucho. El guardia escribe mi nombre con un rotulador gordo sobre la bolsa de palomitas. Despacio, letra por letra, las nueve. Los niños siguen cada circunvolución con la boca abierta. Aprenden a escribir mi nombre y a saber que su tía se queda sin poderes frente a un tipo de uniforme con pasamanería. Me miran después como dos huerfanitos de Oliver Twist, sujetándome la mano sin fuerza. El aduanero sopla para que se seque bien la tinta.

Mudos entramos en la sala ya a oscuras, y mudos nos comemos los puños en vez de las palomitas de la abuela.

A la salida, recogemos el alijo decomisado junto a algunos expoliados más. El señor de delante acaba de recuperar su hamburguesa.

El guardia mira a ambos lados y musita:

-Lo siento mucho. Tenía a él encargado detrás.

Creo que he dejado de ser la heroína de mis sobrinos. Intentaré volver a ganármelos con la videoconsola.


¿Algún ángel de la blogosfera podría indicarme que tengo que hacer para que no se muestre la entrada entera, sino solo un trocito y la indicación "pinche aquí para ver la entrada entera".? Muchas gracias.

9 comentarios:

Roxi dijo...

Marga!
Qué linda, triste y cotidiana la historia.
Tus sobrinitos con sus miradas de huerfanitos de Oliver Twist, delatándote. tu con penita de no ser super tía ... que va, de todas maneras debes ser super tía, requete súper.
Son cosas que pasan. Acá en el cine ponen en las puertas una advertencia de que no se puede ingresar con alimentos de afuera, pero si la gente hiciera caso, no me hubiera topado en la función de Manderlay con un señor con una pizzhut y no hablo de un trozo, hablo de la caja completa, que hacía sonar en los momentos más emocionantes ... a el debieran haberle requisado la pizza.
Y el comentario final del guardia culposo, me gustó demasiado, entre culpable y compasivo.
Que lindo escribes!
Besos

Eulalia dijo...

Miserias de la vida meta-cotidiana. Lo que no entiendo es cómo conseguiste que tus sobrinos vieran toda la película sin nada que llevarse a la boca, pobres.
Un besín.

Achab dijo...

Esta historia demuestra que tus sobrinitos son niños buenos sin costumbre de desafiar las normas. Ya irán aprendiendo, ya.

Tarta de Pastrana dijo...

Venga yaaaaaa!! Esta sí que no me la tragorrrr!! Qué les llevó Vd. a ver, un ciclo de Fassbinder en el Alphaville?? El dibujo, sublime.

asco dijo...

Eres una tía increíble. Quisiera una así.

Hace años, cuando era todo un infante, mi madre me llevaba al cine y en su super bolso metía respectivos refrescos, palomitas y por si se me llegaba a antojar, metía sandwiches o algo más comible, no solo chatarra.

Ahora, si llevas bolso, seas quien seas, hacen que la abras antes de entrar a alguna sala de cine. Aunque sea alfombra roja y los paparazzis estén foto tras foto sobre de ti, si llevas bolso tienes que abrirla. Cual cadenero de antro o bar.

Esther Hhhh dijo...

Pues mira, yo creo que me hubiera indignado mucho, puesto que no tienen licencias ni derecho de abrir los bolsos, así que le hubiera dicho "o llama a la policía o la guardia civil para que registren mi bolso previa orden
o mi bolso no lo abre nadie" y como se hubieran puesto chulos, pues les hubiera exigido la devolución de la entrada y au...
Claro que yo soy una rebelde sin causa, no sé si esta postura es muy educativa yendo con los sobrinos....
Besitos

LpnarGaming dijo...

No me quiero imaginar que hubiese pasado si intentas pasar con una bolsa de palomitas a un avión...

suri kata dijo...

Para lo que pides ayuda, busca en:

http://elblogdelosblogs.blogspot.com/

Lo explican en:

http://elblogdelosblogs.blogspot.com/2005/12/el-truco-del-sigue-leyendo-versin.html

(por si no sale bien el link, está en "trucos", "el truco de sigue leyendo" o algo parecido)

Es un poco complicado, aviso.

Otra cosa, en Firefox se ven tus dos últimos posts completamente rojos y en letra grande, como la del título pero en todo el texto.


Respecto a lo que cuentas, me pongo enferma con esa norma que se han sacado de la manga de que lo que comas lo tienes que comprar donde ellos dicen. Es como el registro que hacen en la Wagner que pareces un terrorista camuflado por llevar el bocata de tortilla en la mochila. También lo del fotógrafo en exclusiva en las bodas y demás gilipolleces de sospechosa exclusiva a comisión.

Deberíamos rebelarnos todos como dice Esther.

Hacker Ético dijo...

Pues yo el otro día fui al cine con mi bolsito con una bolsa de snacks de papas con sabor a queso gratinado que había comprado en los sótanos del Corte. Nada me dijeron, eso sí, tenía que ser discreto y minimizar el ruido producido por la bolsa metalizada y por mis mandíbulas en la degustación de semejante manjar.
Si me ocurre lo que a Marga me roburizaría...no es justo. También me pongo del otro lado: Internet se ha cargado los cines, y estos negocios no saben ya cómo sobrevivir, poniendo palomitas a precio de Marisco.
¡Geniales ilustraciones!
Un beso